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Ascenso, apogeo y caída de Richard Nixon (Publicado en Infobae 30/7/2019)

04.05.2020 - Internacionales

Richard Nixon nació el 9 de enero de 1913 en una pequeña ciudad del condado californiano de Orange y pasó a la historia por ser el único presidente de los Estados Unidos que renunció a la primera magistratura.

Egresó como abogado de la Universidad de Duke en 1937 y durante la Segunda Guerra Mundial participó en misiones de la Armada en el Pacífico Sur, retirándose del servicio activo en enero de 1946 con el grado de capitán de corbeta. En noviembre de 1946 inició su carrera política en el Partido Republicano y ocupó una banca en la Cámara de Representantes por el distrito de California.

Cuatro años más tarde fue elegido senador nacional, y en las elecciones presidenciales de 1952 compartió la fórmula junto al presidente electo, el ex general Dwight Eisenhower. En 1958 realizó una gira por varios países de América del Sur que incluyó visitas a Argentina y Venezuela, donde sufrió graves agresiones de militantes del Partido Comunista de ese país, que por esos días sufría una crisis política como consecuencia del golpe de Estado que puso fin a la dictadura del general Marcos Pérez Jiménez, exiliado posteriormente en España bajo la protección del generalísimo Francisco Franco.

En 1959 Nixon participó de las reuniones bilaterales que tuvieron lugar en el marco de la visita del primer ministro soviético Nikita Kruschev a la ciudad de Los Ángeles. La situación política entre ambas potencias nucleares se deterioró gravemente en mayo de 1960, cuando la fuerza aérea rusa derribó un avión espía estadounidense U-2 piloteado por Gary Powers mientras sobrevolaba el espacio soviético. Un año y medio después Powers fue liberado mediante un canje con un coronel de la KGB que había sido detenido por el FBI en Nueva York en el año 1957.

En las elecciones presidenciales de 1960, Nixon fue derrotado por el candidato demócrata John F. Kennedy, y dos años más tarde también fracasó en su postulación para los comicios a gobernador de California. Se creía que ese era el fin de su carrera política pero no fue así.

Durante los años de la contracultura y la Guerra Vietnam, Nixon se dedicó a unificar las corrientes internas del Partido Republicano con el objetivo puesto en las elecciones presidenciales de 1968, en las que resultó ganador al derrotar a Hubert Humphrey y al gobernador de Alabama George Wallace. Así se convirtió en el 37° presidente de los Estados Unidos.

A fines de 1969, en momentos en que su popularidad estaba en alza tras la exitosa misión lunar del Apolo XI, Nixon comenzó a desarrollar su plan de paz para el conflicto de Vietnam, y en paralelo junto a su consejero de Seguridad Nacional Henry Kissinger, planificaron el acercamiento a la República Popular de China.

El gran hecho histórico, la primera visita de un presidente norteamericano a China, tuvo lugar entre el 21 al 28 de febrero de 1972, cuando Nixon viajó a Pekín, Hangzhou y Shanghai. La salud del líder chino Mao Tse Tung era muy débil a los 78 años (moriría en 1976), motivo por el cual solo mantuvo un breve encuentro oficial con el presidente de los Estados Unidos.

Con el debate sobre la soberanía de Taiwan de fondo, el mandatario republicano y su comitiva sentaron las bases para normalizar las relaciones bilaterales, lo que se logró en forma completa recién en 1977, aunque la administración presidencial de Jimmy Carter mantuvo relaciones diplomáticas con Taiwan hasta 1979.

A fines de mayo de 1972 Nixon viajó a la Unión Soviética, donde mantuvo un encuentro oficial con el primer ministro Leonid Brezhnev, tendiente a lograr un acuerdo de limitación de armas nucleares.

En las elecciones presidenciales del 7 de noviembre de 1972, Nixon fue reelecto con el mandato más alto en la historia de los Estados Unidos al ganar en 49 de los 50 estados con un porcentaje de casi el 61 % del voto popular. En 1968 el republicano había obtenido 42,43% de los votos: había vencido a su rival demócrata Hubert Humphrey por apenas 500 mil votos. En junio de 1973, Brezhnev visitó los Estados Unidos y de acuerdo a la opinión de Nixon que trascendió años después, el mandatario republicano le dijo a su par soviético: "Si decidimos trabajar juntos, podemos cambiar el mundo".

Nixon también se involucró estrechamente con la crisis de Medio Oriente a partir de 1973, al brindar importante ayuda militar estadounidense a Israel durante la Guerra del Yom Kippur. En junio de 1974 se convirtió en el primer presidente estadounidense que visitó Egipto, Israel, Jordania, Siria y Arabia Saudí.

Watergate, el principio del fin

En 1971 el New York Times primero, y el Washington Post después, publicaron los llamados "Papeles del Pentágono", una compilación de 47 volúmenes de documentos secretos ordenada por el entonces secretario de Defensa, Robert McNamara, sobre la participación de Estados Unidos en Vietnam desde el final de la Segunda Guerra Mundial en 1945 hasta el año 1967.

El presidente Nixon intentó prohibir la difusión del Informe pero finalmente el 30 de junio el presidente de la Corte Suprema de Justicia, Warren Burger, leyó la decisión que, tomada por seis votos contra tres, permitía a los dos principales periódicos de los Estados Unidos continuar las publicaciones sobre Vietnam basadas en "Los Papeles del Pentágono".

El 17 de junio de 1972 sería el día más importante en la vida de Frank Wills y, a su vez, el día que determinó (¿para siempre?) el inicio de la relación autónoma e independiente del gobierno y la prensa de los Estados Unidos como valor esencial de la democracia.

A las 2.30 de esa madrugada, mientras se desempeñaba como guardia de seguridad del edificio de Watergate, Wills advirtió que había sido forzada la entrada del sexto piso en el que tenía sus oficinas el Comité del Partido Demócrata. El complejo, con vista al río Potomac, había sido diseñado por el arquitecto italiano Luigi Moretti a mediados de los ´60.

Tras la denuncia de Wills, la policía detuvo a Virgilio González, Bernard Baker, James W. McCord, Eugenio Rolando Martínez y Frank Sturgis, quienes eran miembros orgánicos e inorgánicos de la Agencia Central de Inteligencia (CIA). McCord a su vez era el director de seguridad del Comité para la Reelección de Nixon.

En septiembre de 1972 los siete sospechosos, junto a Howard Hunt y Gordon Liddy (dos dirigentes cercanos al comité presidencial de Nixon que financiaron la operación) fueron imputados por conspiración, robo y violación de las leyes federales sobre intervención de las comunicaciones. El proceso judicial estuvo a cargo del juez John J. Sirica, quien logró que los acusados fueran condenados en enero de 1973.

Ambos periodistas se convertirían en grandes íconos y referentes de generaciones de periodistas de todo el mundo (donde la prensa es libre); aparecieron en decenas de reportajes y publicaron varios libros sobre el caso de corrupción más emblemático de la historia política de los Estados Unidos.

Entre agosto y septiembre de 1972 el periódico, propiedad de Katherine Meyer y su marido Philip Graham (se suicidaría en 1962) desde el año 1948, comenzó a publicar una serie de notas que demostraban el financiamiento ilegal de la campaña para la reelección del presidente Nixon a través de operaciones coordinadas desde organismos dependientes del Poder Ejecutivo, lo que llevó al juez Sirica a ampliar su pesquisa aún después de la condena de los intrusos.

A pesar del avance de las investigaciones periodísticas y judiciales, Nixon obtuvo su reelección en noviembre de 1972, al derrotar a su rival demócrata George McGovern con casi el 61 por ciento de los votos. El propio compañero de fórmula de Nixon, Spiro T. Agnew, tendría sus problemas judiciales por delitos financieros cometidos durante su gestión como gobernador de Maryland que lo forzaron a presentar su renuncia al cargo en octubre de 1973. Años después escribiría en sus memorias que el propio Nixon junto a su jefe de gabinete, Alexander Haig, lo amenazaron de muerte para que apurase la presentación de su renuncia.

Se aplicó entonces, por primera vez, la enmienda constitucional que posibilita que el presidente designe a su vice con la aprobación de ambas cámaras del parlamento. La voluntad política de Nixon era designar para el cargo a John Connally, su secretario del Tesoro y ex gobernador de Texas (viajaba en el auto junto a John Kennedy cuando éste fue asesinado) pero por un acuerdo entre republicanos y demócratas el elegido fue Gerald Ford.

El 7 de febrero de 1973 el Senado de los Estados Unidos votó 77-0 para aprobar la creación de un comité especial para investigar el caso Watergate, y designó al legislador Sam Ervin, un prestigioso constitucionalista demócrata de Carolina del Norte, como presidente del cuerpo colegiado que tenía facultades para solicitar las grabaciones personales que el presidente Nixon mantenía con sus colaboradores en la Casa Blanca, orden que el mandatario se negó a cumplir.

El golpe que derrumbaría las aspiraciones políticas de Nixon ocurrió el 24 de julio de 1974 cuando la Corte Suprema de Justicia ordenó al Poder Ejecutivo que correspondía hacer públicas las cintas con las conversaciones presidenciales.

Previamente, en abril de 1974, la Casa Blanca había publicado más de 1.200 páginas de transcripciones editadas de las cintas de la Oficina Oval, pero se negó a entregar las cintas reales, argumentando el privilegio ejecutivo en resguardo de la seguridad nacional.

Destacados funcionarios del gobierno de Nixon fueron posteriormente condenados por cargos relacionados con la investigación de Watergate. Entre ellos estaban John Mitchell, presidente de campaña de Nixon y secretario de Justicia, el ex jefe de Gabinete de la Casa Blanca, H. R. Haldeman, y John Ehrlichman, su asesor de política nacional.

En una de las conversaciones más incriminatorias se escucha a Nixon promover la participación de agentes de la CIA para bloquear la investigación que llevaba adelante el FBI. Cuando la cinta se hizo pública, el apoyo parlamentario al Presidente quedó fulminado.

30 de julio de 1974, el día que Nixon perdió la Presidencia

Entre el 27 y el 30 de julio de 1974, la Cámara de Representantes resolvió abrir el proceso de enjuiciamiento al Nixon, acusado de obstrucción a la justicia, abuso de poder y desacato al Congreso.

Durante la noche del 7 de agosto los senadores Barry Goldwater y Hugh Scott se reunieron en la Casa Blanca con Nixon y le transmitieron que era imposible lograr los votos necesarios de los legisladores para impedir su enjuiciamiento y su segura destitución.

El 9 de agosto, en una carta dirigida al Honorable Secretario de Estado Henry Kissinger, el hombre político más poderoso del mundo se despidió de la Casa Blanca con apenas once palabras: "I hereby resign the Office of President of the United States".

En la película Nixon, dirigida por Oliver Stone e interpretada por Anthony Hopkins, hay una escena que pinta el sentimiento de derrota (y resentimiento) del mandatario cuando sabe que su final político se acerca. Mirando un retrato de John Kennedy reflexiona: "Los norteamericanos ven en vos lo que les gustaría llegar a ser, y en mí lo que realmente son".

Gerald Ford, en su condición de vicepresidente, asumió al frente de la Casa Blanca y el 8 de septiembre de 1974 firmó un indulto completo a favor de Nixon que lo dejó al margen de la investigación de cualquier delito cometido, o en el que pudo haber participado como presidente de la Nación.

En el verano de 1977 Nixon fue entrevistado por el periodista Robert Frost en el reportaje político que se convirtió en el más visto de la historia al alcanzar los 48 millones de televidentes. Como lo declarara públicamente entonces, y a través de varios libros de su autoría después, el ex mandatario republicano defendió su inocencia en el caso Watergate.

El 22 de abril de 1994 falleció a los 81 años en la ciudad de Nueva York.

Son muchas las lecciones que se pueden extraer del caso Watergate. Sólo bastaría con decir que aún no se ha inventado un mejor antídoto contra la corrupción que la sinergia entre una investigación judicial rápida sin presiones políticas que actúe en simultáneo con una cobertura periodística objetiva y confiable.

A 45 años de la caída de Nixon queda por preguntarse si Estados Unidos cumple hoy con esos estándares.


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