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¿Fue Sciascia el precursor del Lawfare? (Publicado en La Política on Line 18/11/2019)

04.05.2020 - Justicia

En estas horas se cumplen treinta años de la muerte de Leonardo Sciascia, el escritor italiano nacido en 1921 en la localidad siciliana de Racalmuto, cuya vasta obra se convirtió en un profundo estudio de la naturaleza política y social de las organizaciones mafiosas, y de la relación de éstas con las instituciones del estado italiano, especialmente con el poder judicial, las fuerzas de seguridad y los medios de comunicación.

La justicia y la mistificación de la violencia, junto a la sinuosa y difusa antítesis entre el bien y el mal que se respiraba en su venerada Sicilia lo llevaron a sostener, adelantándose a la conceptualización teórica del Lawfare, que "los jueces podían hacer lo que les daba la gana, destruir a una persona inocente en su reputación y bienes, y, sobre todo, privarla de libertad".

Su incansable búsqueda por mejorar las instituciones de su país lo llevaron a expresar que "en los últimos treinta años he tenido que vérmelas primero con quienes no creían o no querían creer en la existencia de la mafia, y ahora con quienes no ven más que mafia".

En la novela A cada cual lo suyo, el protagonista principal que investiga un crimen no es un policía ni un fiscal, sino un discreto profesor que expresa que la búsqueda de la justicia "no podía ni debía confundirse con la de quienes, a sueldo de la sociedad, del Estado, capturan y entregan a la venganza de la ley a aquellos que la transgreden o violan".

Lector clínico de Voltaire y Montaigne, Sciascia nunca prescindió del bisturí de la razón como instrumento esencial de sus ficciones, en las que la violencia florecía tanto más por situaciones de injusticia que por la acción explícita de sus ejecutores. Decía que "cada vez que te dan a entrever una verdad es porque ésta es necesaria para dar más fuerza a la mentira".

A través de sus novelas y sus ensayos, que abordaron episodios que transformaron de raíz la política italiana, como lo fuera el asesinato del líder democristiano Aldo Moro a manos de las Brigadas Rojas en 1978, Sciascia describió una tenebrosa atmósfera institucional en el país que vio nacer el fascismo en las primeras décadas del siglo XX.

En 1979, profetizando sobre el poder de los algoritmos y la inteligencia artificial, afirmó que "los Estados modernos son máquinas. No creo que puedan tener espacio para la piedad. Mañana estaremos gobernados por las máquinas. Se dice que quién tenga más información será el dueño del mundo y la información no tiene nada que ver con el sentimiento".

Siendo muy joven simpatizó con el Partido Comunista Italiano. La adhesión política le duró poco tiempo, y años después sentenciaría que "Marx nos ha enseñado a leer el pasado, pero a construir el futuro lo dudo. Ocurre como con el psicoanálisis, sirve para entender y para entenderse, pero no sirve para curar".

Sobre su técnica literaria para abordar sucesos complejos cuyo esclarecimiento no siempre marca el final de la historia, expresó que "me enfrento a los hechos candorosamente, esperando que la gracia me ilumine, intentando construir la verdad. Para mí, la verdad es la literatura. Siento que todo aquello que hay de verdadero sobre el hombre ha sido escrito y descrito. Es difícil encontrar la verdad si no es en la literatura".

En 1987 escribió un artículo en un diario italiano con un título desafiante, "Los profesionales de la antimafia". El día después de su publicación Sciascia recibió fuertes críticas desde distintos sectores políticos y judiciales. Consideraba que el gobierno italiano de la Democracia Cristiana buscaba renovar su golpeada imagen asociada a una peligrosa cercanía entre grupos de dudosa legalidad con las altas finanzas, en medio de un protagonismo cómplice de gran parte del Poder Judicial.

Los vaivenes y las alianzas frustradas que tuvieron los partidos políticos italianos tras el final de la Segundo Guerra Mundial lo llevaron a sostener que "el problema se asumió por las instituciones como lucha abierta y frontal contra la mafia, pero también como lucha por el poder dentro de las mismas instituciones y los partidos políticos." Y los jueces muchas veces quedaron empantanados en medio de ese tironeo político.

Este cuadro de situación desembocó a principios de los años noventa en el famoso proceso conocido como Manos Limpias o Tangentópolis, que llevó a un grupo de fiscales de Milán a desnudar una vasta trama de corrupción vinculada principalmente al financiamiento ilegal de la política.

Por esos días, en pleno auge de la globalización, el intelectual y empresario francés Alain Minc publicó un ensayo titulado "La borrachera democrática", obra en la que acuñó el concepto de "nueva trinidad" compuesta por los medios de comunicación, los jueces y la opinión pública, que desvirtuaba el concepto clásico de la democracia representativa surgida en la era de la Ilustración en el siglo XVIII.

En la actualidad, donde el concepto de posverdad cotiza alto en el mercado de valores de la comunicación política, es muy oportuno resaltar que Sciascia consideraba al periodismo "como un juzgado de primera instancia, donde tienen valor los hechos. En cambio, actualmente se practica un periodismo como apelación, donde los hechos desaparecen. Lo que los abogados llaman la materia desaparece y sólo existe la forma."

George Orwell afirmó que el "doblepensar significa el poder de mantener dos creencias contradictorias en la mente simultáneamente, y aceptar ambas". Es muy probable que Sciascia optara por una tercera. Aquella que sintetice el concepto de Lawfare con el título de su novela más famosa, "A cada cual lo suyo".

Es decir, el mismo concepto acuñado por el jurista romano Ulpiano a comienzos de la era cristiana que fuera universalmente aceptado desde entonces como condición necesaria para el crecimiento de las naciones.

Sería de esperar, entonces, que la administración política que comenzará a gobernar la Argentina a partir del 10 de diciembre también lo tome como propio para sentar las bases de un desarrollo económico y social sostenible en el tiempo.


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