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La teoría pura de los 100 días de gobierno (Publicado en LA POLITICA ONLINE, 4/05/2022).

06.07.2022 - Política

Empecemos por el final. Ni Cristina Kirchner ni Mauricio Macri ganarían las próximas elecciones en un eventual escenario de ballotage. Pero aún así los candidatos presidenciales que surjan de sus respectivas fuerzas políticas necesitarán el apoyo de los exmandatarios a pesar de que, semana a semana, ambos aumentan su cotización en el mercado de los jarrones chinos. En este sentido, tanto la doctora como el ingeniero elaboran su estrategia para los comicios con el GPS orientado a Comodoro Py. El imán político de la justicia federal porteña expande su poder de atracción y dinamismo a medida que empieza a decantar el cronograma electoral para octubre 2023. También crecerá el rating de los portales de noticias que no disimulan sus camisetas para absolver o condenar a priori a los funcionarios y exfuncionarios de ambos lados de la grieta que ya están lanzados a la disputa electoral.

En el abanico de la cartografía política argentina sobrevuelan aves de variada ferocidad y tolerancia a la diversidad ideológica. Halcones y palomas se pintan las alas para demostrar su espíritu de competencia con relación a los adversarios y a los aliados. Para algunos dirigentes y analistas el nosotros y ellos suma más votos que el nosotros más ellos. En estos días de creciente devaluación de la palabra son más confiables los pactos políticos realizados entre enemigos que entre aliados. Las verdades confesadas a un adversario multiplican su valor estratégico frente a las mentiras edulcoradas vertidas en el interior de las propias coaliciones. La ley del Talión funciona sin atenuantes para el fuego amigo que brota de las operaciones de prensa que abundan diariamente sin pudor ni sigilo.

Cristina Kirchner y Mauricio Macri comparten una visión ultrapersonalista en el manejo del poder. Ambos lo demostraron en sus respectivas administraciones presidenciales. A mayor cantidad de ministerios y secretarías, mayor concentración del poder en sus manos. Durante la gestión kirchnerista no podía comprarse una resma de papel sin que la jefa de Estado lo supiera. Durante la del macrismo, no se podía realizar un gasto mínimo sin la autorización de los secretarios Mario Quintana y Gustavo Lopetegui. Moraleja, no funcionó el sistema. Tampoco los funcionarios.

Tanto en la década ganada como en la gestión del mejor equipo de los últimos cincuenta años la productividad de la administración central cayó en forma estrepitosa. Durante la década menemista el gabinete nacional estaba integrado por diez ministros. Cristina Kirchner terminó su segundo mandato con diecisiete y Mauricio Macri con veinte.

A su vez se multiplicaron las secretarías y subsecretarías con una inútil superposición de funciones políticas y administrativas. Pequeño consejo para los futuros candidatos presidenciales: volver a un gabinete de diez ministros y al tradicional ministerio de Economía, Finanzas y Servicios Públicos. Y rediseñar la Cancillería para darle prioridad a las relaciones comerciales internacionales con un equipo de excelencia profesional focalizado en las relaciones con los Estados Unidos, China y Brasil.

La clase política emergente de 1983 que tuvo mandato para reformar la Constitución Nacional en 1994 guarda un sonoro silencio respecto a la gran materia pendiente que definiría las reglas de juego a largo plazo en materia institucional y financiera. La demorada e imprescindible sanción de la ley de Coparticipación Federal lleva casi tres décadas de atraso con los conocidos desajustes económicos y sociales que esto provoca en la relación política del gobierno central con las provincias. Los candidatos presidenciales de todos los partidos deberían firmar un compromiso público (junto a las máximas autoridades parlamentarias) para que esta trascendental norma resulte aprobada en los primeros cien días del gobierno que se elija en octubre del año próximo.

El filósofo francés Bernard-Henri Lévy afirma que la democracia es fiel a sus principios, no a pesar, sino gracias a los debates que la desgarran. Y recuerda a Montesquieu cuando en El espíritu de las leyes refiere que un régimen se encuentra en la agonía cuando ya no se oye el ruido de ningún conflicto, cuando sólo se oye el lamentable ruido de las pequeñas ambiciones y de los grandes apetitos. ¿Acaso una pintura de nuestra realidad?

El próximo gobierno deberá tener en claro que los índices de pobreza y de inflación sin control sólo podrán combatirse con una agenda política y económica que obtenga algunos resultados concretos en el primer año de gestión. Caso contrario resonará una vez más sobre la clase política, el estruendoso ruido de las cacerolas que siempre nos recuerdan el estrecho sendero que divide al sistema republicano del populismo autoritario en todas sus variables.


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