¿Cómo se le explica hoy a un joven de entre 14 y 18 años qué es el Peronismo?
Wikipedia nos avisa (¿también nos informa?) que existen 4.240.000 resultados cuando le preguntamos a Mr. Google qué es el peronismo.
¿Conviene arrancar con la jornada del 17 de octubre 1945 o con la historia del radicalismo? Siempre resulta tentador definir al peronismo como aquello que no es, o lo que es respecto a lo que otras ideologías dicen que es.
¿Será entonces que en los últimos 70 años el peronismo y el antiperonismo fueron los dos partidos mayoritarios de la Argentina?
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Alcanzaría con decir lo que el peronismo no fue, lo que no es y lo que nunca será. El justicialismo siempre fue el partido con más afiliados y con más simpatizantes hereditarios. En los hechos, la esposa de Perón, Isabel Martínez, llegó a la presidencia poco tiempo después de que el líder se despidiera afirmando que “mi único heredero es el pueblo.”
¿Es más objetivo el análisis histórico (incluyendo el de los revisionistas, simpatizantes del Justicialismo)? ¿O es suficiente con leer un par de libros de Perón para persuadirse de las virtudes y bondades populares de su doctrina? ¿Los peronistas se hicieron peronistas por lo que Perón hacía o por lo que decía que hacía? Es el único partido que se jacta de tener 20 Verdades (y ninguna Posverdad).
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Ernesto Sábato en 1958: “El problema del país hoy no es peronismo o antiperonismo, sino síntesis; pero la síntesis no se hace aniquilando a una de las tesis contrapuestas sino integrándola en la síntesis superior. Y para eso hay que comprenderla y hasta hay que admitirla con pasión. O hacemos síntesis o no tendremos Nación. Eso para mí es claro y trágico.”
Cristina Fernández de Kirchner se declaró filosóficamente hegeliana en los comienzos de su primer mandato. Por esos días volvía a repetirse en la historia argentina la situación en la que un presidente peronista llevaba como compañero de fórmula a un candidato de origen radical. El mendocino Julio Cobos en este caso. El correntino Hortensio Quijano en 1946, cuando se desempeñó como primer vicepresidente de Juan Domingo Perón.
En 2009 le preguntaron al filósofo Mario Bunge qué opinaba sobre la adhesión de Cristina Kirchner al hegelianismo: “Pobre país”, respondió. Y agregó que recordaba cuando Menem dijo que “había leído las obras completas de Sócrates.”
El voto peronista siempre fue una expresión de deseos para las franjas más necesitadas. Un work in progress con final abierto, derivado de los desencantos cíclicos que otras fuerzas políticas protagonizaron al ritmo del agridulce palpitar de las clases medias urbanas.
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A lo largo de más de medio siglo el justicialismo siempre fue una doctrina de poder. ¿De qué poder: de los sindicatos, de las Fuerzas Armadas, de la Iglesia? La doctrina peronista interpreta el poder centrifugando los conceptos –liberales- de Estado y Gobierno.
Cuando la época histórica y las mayorías silenciosas lo determinaban, la plataforma peronista se aggiornaba para reinterpretar lo que “hubiera hecho” el General Perón en esos momentos. El pragmatismo siempre fue la última versión de la historia en todas las gestiones presidenciales justicialistas.
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Llegó el momento de explicarle a mi hijo qué es Cambiemos. Es un partido nuevo (principalmente de centroderecha), con ideas modernas. Con un líder en crecimiento y buenas intenciones. Su principal debate interno radica en su relación osmótica con el peronismo. Para conseguir otro mandato presidencial en 2019, Cambiemos necesitará muchos votos de experonistas. O peronistas. O lo que es lo mismo, los de aquellos que siempre quieren estar con el poder.